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El comercio esencial abrió para garantizar el abastecimiento cuando la provincia se confinaba

El alcalde de Alicante, Luis Barcala, felicita a Vanessa Cárdenas por el reconocimiento al comercio esencial en la pandemia.

Como Vanessa Cárdenas, cientos de profesionales del sector del comercio de proximidad se desvivieron con las personas mayores solas en redes espontáneas para atenderles y llevarles la comida como si fueran de su familia sin pensar en el beneficio económico.

«Teníamos a varias personas mayores con sus familiares fuera de la provincia que, cuando cerraron los centros de día o perdieron la ayuda externa, se vieron solas y desasistidas. Varias tiendas de productos frescos, de carnes, frutas y ultramarinos nos coordinamos para llevarles la comida. Creamos una especie de centro de compras para alimentar a nuestros mayores y cuando han podido salir a la calle han venido con sus andadores a agradecerlo. Se nos saltaban las lágrimas», explica Vanessa Cárdenas, propietaria de un comercio esencial en el barrio de La Florida, en Alicante. Decenas de profesionales del comercio de proximidad como esta empresaria autónoma tejieron una red que atendía en sus necesidades básicas a ancianos de todo Alicante en los momentos más oscuros de la pandemia. «Muchos tenían problemas de movilidad. Buscábamos los alimentos que no tenían, los cocinábamos y se los llevábamos a sus domicilios, incluso cruzando Alicante hasta el Paseíto de Ramiro. Teníamos llamadas de familiares desde Segovia o Barcelona para pedirnos que lleváramos la comida a sus mayores sin saber si podrían pagarlo pero nos daba lo mismo. La prioridad no era la venta o el negocio, sino el cliente, al que pusimos en el centro de nuestras vidas. Después se ha convertido en un trato familiar porque cuidamos de ellos cuando se vieron solos».

No ha sido ésta la única faceta del comercio esencial durante la pandemia. En todo momento ha estado abierto, incluso en los días más negros, como cuando un vehículo del Ejército se plantó ante la carnicería de Cárdenas para vigilar las colas «tremendas» de personas que temían un desabastecimiento de productos de primera necesidad. «Como comerciantes teníamos la obligación de transmitir tranquilidad al público, que no íbamos a cerrar ni a abandonar nuestro servicio dejándoles sin género. Por el contrario, se lo llevábamos a casa si era necesario buscando facilitar la vida en momentos muy complicados. Dimos el do de pecho, con una capacidad de adaptación a la crisis asombrosa por nuestro tamaño y cercanía. En momentos de distancia social es cuando más se necesita el comercio de proximidad».

Tras 20 años trabajando en el sector , los últimos 11 regentando su propio negocio, la autónoma atesora la experiencia suficiente para afirmar que la pandemia ha puesto el foco en el valor del comercio de proximidad y en su papel como agente vertebrador de barrios y ciudades, por encima de su aportación a la economía como nicho de empleo. «Los días de cierre total, con solo unos pocos rótulos iluminados y el resto persianas cerradas, eran un simulacro de lo que siempre hemos dicho, que una ciudad sin comercio está muerta. Lo sucedido ha hecho reconectar a los alicantinos con comercios y mercados, ha mejorado nuestra valoración y es muy bonito porque se está produciendo una vuelta a las tiendas de proximidad». La apertura de la hostelería, la mejora de los datos epidemiológicos y el avance de la vacuna ayudan al sector a avanzar en el camino de la normalidad «y sin esa incertidumbre, las sensaciones son otras, vemos la luz al final del túnel».

Sin olvidar que el pequeño comercio sale muy tocado de esta crisis, con un tercio de este tejido económico en riesgo de desaparecer para siempre en la provincia y la destrucción real de unos 4.000 establecimientos. Cárdenas reivindica ayudas directas y rápidas para frenar esta tendencia. «Tenemos una velocidad y la Administración otra. Los mecanismos deben simplificarse. Dentro del comercio hay sectores que lo están pasando muy mal, con una bajada de ventas muy abultada. Los que han logrado resistir como han podido pueden ser una muy buena locomotora pero para salvar la situación se necesita gasolina. No podemos seguir solos, necesitamos un apoyo ágil, dejando la burocracia a un lado». A pesar del impacto económico sufrido, esta pequeña empresaria recalca que el comercio de primera línea ha hecho gala de una gran resistencia psicológica al no bajar los brazos en ningún momento.

[Información.es]